lunes, 7 de mayo de 2018

Estados alterados II

Resumiendo un poco lo que expliqué en la intro de la primera parte, entre las numerosas posibilidades que brinda Facebook está la de escribir en un recuadro lo que nos está pasando, estamos sintiendo o tenemos ganas de divulgar en ese momento. O sea, lo que se conoce popularmente como “estado”. En base a esas curiosas exteriorizaciones, me atreví a realizar una breve clasificación de algunos de los personajes que frecuentan y animan la famosa red social. Aquí va la segunda y -por ahora- última parte.
 
EL SOLIDARIO
Este sujeto hace saber a todos que está comprometido con alguna causa, lo sensibiliza alguna catástrofe o lo indigna algún ataque terrorista. Sus frases de apoyo favoritas son “fuerza ‘tal cosa’” o “todos somos ‘tal otra’”, reforzando la imagen de perfil con un crespón negro o una banderita del país damnificado (si es del Primer Mundo, mejor). A veces no es el muro de facebook y ante escasas 50 ó 60 personas el lugar más efectivo y útil para hacerlo, pero de todas maneras lo deja con la conciencia tranquila. A desempetrolar pingüinos o llevarle ropa y comida a los inundados que vaya otro, qué tanto.
 
EL NECROLÓGICO
Famoso o celebridad que muere, ahí aparece este personaje manifestando su dolor. Tal vez ni lo conocía, pero lo hace para demostrar que está enterado y porque queda bien. Sus frases de cabecera son “adiós ‘fulano’, vamos a extrañar tu música”, “hasta siempre ‘mengano’, vamos a echar de menos tu arte” o a lo que corno se dedicara esa figura que nos dejó. En otros casos suele ser más gráfico pero no menos reiterativo. Si el finado era guitarrista, va a escribir el clásico “ahora debés estar en el cielo zapando con Hendrix”. Si se dedicaba al humor, posteará “estoy seguro de que ya estás cagándote de risa con el Negro Olmedo”. Aun no está científicamente probado el diálogo con los difuntos, de todas maneras, no estaría mal avisarle que allá por donde vive San Pedro no son de entrar mucho a Facebook.
 
EL PAPI BABOSO
Otro personaje que gusta de la narración en segunda persona del singular, aunque en este caso, el destinatario de sus declaraciones de amor es su bebé de 1, 2 ó 3 años que no sabe leer ni menos entrar a Facebook. “Feliz primer añito. Sos lo mejor que me pasó en la vida. Te amo con toda el alma”, suele aparecer en el muro de este papá -o mamá- sensible. Pensándolo bien, quizás sea un emotivo legado a futuro para cuando el crío se convierta en adulto. Así como algunos dejan mensajes en una botella o guardan cartitas en un cofre cerrado bajo siete llaves, este sujeto utiliza directamente el soporte digital. La famosa “nube”, como quien dice. Los tiempos cambian. No es mala idea.
 
EL RUNNER
Algunos deportistas suelen postear sus victorias en el tenis, sus goles en el fútbol o sus cumbres en la montaña, pero si hay una estrella que brilla en el firmamento de las redes sociales es el runner. De acá a la China. Te mantiene informado de todo, tanto de sus duros entrenamientos como de sus competencias oficiales. “¡¡Llegué a los 10K!!”, escribe uno entusiasmado. “¡¡Hoy corrí 21K y vamos por más!!”, postea otro incluyendo el mapa del recorrido, el tiempo, las calorías que consumió y la foto de la medallita. Su empresa adquiere ribetes heroicos si logró completar esta distancia bajo la lluvia, o frívolos y glamorosos si justo le tocó cruzar la meta junto a algún nabo de la farándula local. Consejo: si pertenecés a este nutrido grupo, ni se te ocurra anunciar una merma en tu rendimiento por culpa del reuma o de los juanetes. El cartel de looser no te lo saca nadie.
 
EL SALUDADOR
Con un poco de poético y sensiblero, y otro poco de previsible y chupamedias, este sujeto postea religiosamente en cada una de las fechas especiales, léase día del padre, de la madre, del niño, de los enamorados, de la mujer, del animal o lo que corno fuera. No se le escapa una. Sus frases preferidas son “feliz día para todas las madres, en especial para la que me trajo a este mundo”, si se trata del tercer domingo de octubre; “Admiro profundamente tu lucha (etiqueta a la esposa) y la de todas aquellas mujeres que, día a día, nos dan ejemplos de vida”, si es el día internacional de la mujer; o “felicidades para todos los locos bajitos y para aquellos que llevamos un niño en el corazón”, si se festeja el día de los purretes (en este último caso, generalmente el saludo va acompañado por una foto de perfil temporal del fulano en versión kid).
 
EL POLITIZADO
Cansado de mandar cartas al correo de lectores de los diarios y que no se las publiquen, este individuo prefiere pasar a la acción a través de su muro de Facebook. Sabe que lo va a leer menos público, pero puede escribir todos los días, lo que se le antoje y con absoluta impunidad. Sin darse cuenta, esta cruza entre piquetero y Doña Rosa es el que fomenta la tan mentada “grieta” que dice querer combatir. Con total desinformación, a los cinco minutos de producido un suceso político grave sale a cargar las culpas sobre los del bando opositor a él. Insulta y descalifica al que vota o piensa distinto y, sin objetividad alguna, se trenza en acaloradas discusiones con gente que ni conoce. Ignoralo si no querés ser acusado livianamente de “globoludo”, “choripanero”, “xenófobo”, “feminazi”, “kuka” o “adorador de Videla”.
 
EL INDIGNADO
Está que trina por algún servicio deficiente y necesita hacer catarsis. Pueden ser insultos al plomero por un caño mal soldado, o maldiciones al carnicero porque al morder la tira de asado se le vino abajo el comedor. Me parece bárbaro, hay que largar todo.
 
EL EDITORIALISTA
Esta versión educada del politizado encuentra inspiración cada vez que la opinión pública es sacudida por un hecho resonante o alguna crisis de orden político o social. No falla. Encadena reflexiones profundas y kilométricas porque cree que seriedad y extensión son sinónimos de genialidad. Sintaxis y ortografía al margen, arranca su monólogo casero con títulos del estilo “Carta abierta a la clase media” o “Yo no voté a Macri”, y continúa con clichés como “mis hijos merecen vivir en un país normal”, “no quiero otro 2001”, “la plata me la gané trabajando honradamente”, “no labura el que no quiere”, “este país no avanza sin educación” o “no todos los pobres son chorros”, entre cientos y cientos más. Su inalcanzable anhelo de participar como columnista en Clarín, La Nación o Página 12, es alentado silenciosamente por aquellos contactos que, tras leer el texto, colocan la frasecita mágica “Qué bueno lo que escribiste. Lo comparto”.
 
EL GEOLOCALIZADO
A no ser que se trate de un bombero o un obstetra muy requerido y prestigioso, no se entiende la manía de este sujeto por señalar permanentemente su lugar de ubicación. En realidad se comprende, je: nunca va a etiquetarse en ese bolichito pobretón del Conurbano; siempre va a aparecer comiendo en alguna hamburguesería palermitana de nombre extranjero, rascándose el higo en un spa de Pilar o reventando la tarjeta en algún mall de Miami.
 
EL BÁSICO
Es asiduo comentarista de posteos ajenos. Y con asombrosa religiosidad. Sin ningún brillo, realiza aportes obvios e intrascendentes como “mejorate pronto”, al que se engripó; “disfrutá mucho”, al que salió de vacaciones; “mandá un poco de calor”, al que viajó a Europa en el invierno nuestro; “qué gran verdad”, al que escribió algún proverbio budista; “qué genio”, al que se mandó los 10K; “¡¡¡diosa!!!”, a la que renovó su foto de perfil; “ja, ja, ja”, al que subió una meme; “qué horror”, al que posteó sobre alguna tragedia; “el tiempo cura todo”, al que sufrió un desengaño amoroso; “sin palabras...”, al que se refirió a un escándalo de corrupción; y así con cada uno de los personajes que pululan en su mundillo virtual.
 
EL ANGLOPARLANTE
Este angelito de Dios es más criollo que el mate y el dulce de leche, sin embargo, una voz interior le dice que queda mejor expresarse en el idioma de Shakespeare. Para algo se quemó las pestañas estudiando. De todas formas, poco le importa que la mayoría de sus contactos no entiendan un comino lo que quiso decir. El objetivo es hacerles creer que se trata de una frase trascendental e inteligente. Con perdón de la expresión, este sujeto se merece un efectivo y estentóreo “go to cagar”.