miércoles, 24 de marzo de 2010

¿Qué estás pensando?


Para los que aún no lo saben, la famosa red social Facebook tiene varias e interesantes aplicaciones. Permite encontrarnos con amigos o con gente que hace mucho que no vemos, permite mostrar nuestras fotos, ver las de nuestros amigos, comentarlas, subir la música que nos gusta, chatear o comunicarnos por correo electrónico. Y también nos da la opción de publicar una frase que sintetice lo que estamos haciendo, nos está pasando o estamos sintiendo en ese momento. Dicho texto aparecerá en un lugar destacado de nuestro perfil y en las “noticias” de la página de inicio. Por supuesto lo pueden leer y comentar todos aquellos que sean nuestros contactos, o miles de personas si decidimos que nuestro perfil sea visible para todo el mundo.
En mi caso, después de estar un año y medio conviviendo en esta red social, he visto ya infinidad de frases y confesiones. Graciosas, originales, útiles, conmovedoras y otras cuya finalidad aún no alcanzo a comprender muy bien. Precisamente en base a estas últimas me he tomado el atrevimiento de hacer una breve clasificación de algunos usuarios de Facebook. Aquí la tienen...

(Aclaración: las ilustraciones que aparecen en el post llevan nombres ficticios pero están inspiradas en situaciones reales)

LOS INFORMATIVOS
Creo que conforman una de las comunidades más numerosas de Facebook. Llevan una especie de diario íntimo pero público. Van avisando de todo lo que hicieron o van a hacer. Necesitan compartir sus devenires con todo el mundo. No estaría mal que a fin de año revisen lo publicado y saquen un suplemento especial con los mejores y peores momentos del 2010.

LOS ENIGMATICOS
Son fanáticos de las palabras sueltas y las frases crípticas e inconclusas. Apelan al misterio para que los amigos confidentes pregunten qué les pasa y el resto de la gilada se haga el bocho. Lo peor que les puede pasar es que nadie les haga un puto comentario.

LOS FECHADORES
Si te olvidaste qué día es hoy estos personajes te lo van a hacer recordar, quedate tranquilo. Capaz que es un ayuda memoria para ellos mismos, qué se yo. Lo más preocupante es cuando aparece alguien que dice que “le gusta”. Debe ser el clásico autómata que aprueba todo sin leer de qué carajo se trata.

LOS CLIMATICOS
No pongas TN o Crónica TV para saber el estado del tiempo, directamente entrá al perfil de estos personajes. Te lo resumen en dos palabras. También forman un clan numeroso. Sus estados de ánimo están sujetos a las condiciones meteorológicas. A veces se dan algunas curiosas muestras de sadismo, como la de alguien que le gusta que la chica del tercer ejemplo se esté cagando de frío.

LOS OPTIMISTAS
Transforman cualquier suceso pedorro en algo positivo e instan a sus amigos a acompañarlos en su algarabía. La mayoría de las veces suelen combinar características de otros grupos. Puede ser una optimista “fechadora”, como en el primer ejemplo, o un optimista “climático”, como en el segundo.

LOS SENSIBLES
Su intención es hacer pedagogía y que todos aprueben sus frases sabias y reflexivas. Son como una especie de gurúes digitales a los que todos sus amigos consultan. Miralo desde el lado positivo: si no estuvieran estos personajes tendrías que comprarte un libro de Coelho o de Bucay. Y los libros están medio carelis últimamente. Agarrá viaje.

LOS ROMANTICOS
Viven enamorados y cuando no lo están se mueren por estarlo. En este último caso, sus frases actúan como señuelos para que piquen los miembros del sexo opuesto que transitan la misma situación desgraciada que ellos. Actúan como levante, bah, eso es lo que quise decir.

LOS EXAGERADOS
No llama tanto la atención lo que escriben sino cómo. Debería consultar al Hombre Cualquiera para saber qué máxima le caben a los que colocan más de veinte signos de admiración en cada frase o repiten hasta el cansancio alguna letra. Capaz que tienen algún falso contacto en el teclado. En cuanto al segundo ejemplo, ya me imagino qué debe haber pasado: el día que en la clase de lengua enseñaron que los puntos suspensivos eran nada más que tres seguramente faltaron.

LOS NACIONALISTAS
Se enganchan eufóricos en cada logro del país en la actividad que sea. Buscan sumar adeptos para revalidar su fanatismo celeste y blanco. Preparate para soportarlos durante el Mundial. Después no me digas que no te lo advertí.

LOS FUTBOLEROS
No hace falta presentar a estos sujetos. Su sueño es participar en programas como “Tribuna Caliente” o pelearse con Horacio Pagani en algún ciclo de TyC Sports.

LOS SOLIDARIOS
Hacen saber a todos que están comprometidos con alguna causa o los sensibiliza alguna catástrofe. A veces no es el muro de Facebook y ante escasas 50 o 60 personas el mejor lugar para hacerlo. Pero de todas maneras los deja con la conciencia tranquila.

LOS POLITIZADOS
Se cansaron de mandar cartas al correo de lectores de Clarín y La Nación y que no se las publiquen. De esta manera los van a leer menos gente, por supuesto, pero pueden escribir todos los días y sin filtro.

LOS ESCRACHADORES
Hartos ya de alguna injusticia, deciden mandar al frente al culpable de todas sus desgracias. Te digo que no es mala idea.

LOS DESAHOGADOS
Están calientes y necesitan hacer catársis. Me parece bárbaro, hay que largar todo.

LOS ANGLOPARLANTES
Son más criollos que el mate y el dulce de leche sin embargo algo les dice que queda mejor expresarse en el idioma de Shakespeare. ¡¡¡¡Go to cagar!!!!

Después de leer todo esto, vos... ¿qué estás pensando?

lunes, 15 de marzo de 2010

Tocó con todos


Guillermo Vadalá es uno de los mejores bajistas argentinos de rock y de jazz. Comenzó su carrera profesional a los 17 años de edad formando parte del legendario grupo de jazz/fusión Madre Atómica, junto a Lito Epumer, el Mono Fontana y Jota Morelli. Luego siguió junto al Lito Epumer Cuarteto, hasta que en 1988 fue convocado por Fito Páez para unirse a su banda. Allí participó en la grabación de todos los discos de esa época y en todas las giras que el rosarino realizó por Sudamérica, Estados Unidos y Europa. También realizó grabaciones y tocó en vivo con Luís Alberto Spinetta, David Lebon, Mercedes Sosa, Luís Salinas, Dino Saluzzi, Al Di Meola, Scott Henderson y Frank Gambale, entre otros.
En 2004 editó su primer álbum solista llamado “Bajopiel”, y en 2009 presentó el CD “Alumbramiento”. Su línea musical es básicamente el funk y el jazz. De este último trabajo he encontrado un video con fragmentos de algunos temas. No es mucho, pero a la vez bastante para tener idea de las dimensiones de este monstruo de las cuatro cuerdas.
Ah, y para los que me van a hacer la pregunta obvia: no es el ex de Moria (ese es Luís).

miércoles, 10 de marzo de 2010

El show del repulgue


No existe un combo de situaciones más graciosas, conflictivas y estresantes que las generadas al encargar un delivery de empanadas. Que alguien me diga si efectuar un pedido de este típico producto criollo no es para quilombo. Desde la sesuda elección de los gustos hasta el momento en el que se abre el paquete. Sin mencionar las discusiones sobre el lugar o las complicaciones surgidas durante el llamado telefónico. Juro que es para filmarlo. Pasen y sírvanse... lo que puedan!!!

ORGANICEMONOS
La primera disputa de la noche se da a la hora de elegir el comercio encargado de suministrarnos las empanadas. Todos aseguran conocer "el" lugar donde las hacen mejor. Que no es el mismo, por supuesto. “Pidamos las de acá a la vuelta”, insistís vos. “No, las de ahí no te las como ni en pedo, les ponen mucho aceite y termino repitiéndolas 3 días seguidos”, protesta airadamente otro. “Bueno, entonces pidamos las de enfrente de la placita”, sugiere un tercero con toda la buena onda y la paciencia. “No, las hacen muy secas”, vuelve a quejarse el mismo de antes. “¿¡¡Y cuáles te gustan, la puta que te parió!!?”, grita otro desde la cocina, mientras filetea un salamín para ir aplacando a las fieras. “Che, yo conozco un bolichito que abrieron hace poco. Me dijeron que son buenas”, aporta tímidamente una de las chicas. “Y dale, ¿tenés el teléfono?”, pregunta otra. “Mmmm... no, tendría que llamar a la cuñada de mi prima que fue la que las pidió”, se excusa, mientras el del salamín se auto reprime para no acuchillarla. Como se ve, la cosa viene complicada, pero es solo el comienzo.

¿VOS DE QUE QUERES?(1)
Bien o mal, conformes o no, una vez definido el lugar, el segundo paso es elegir los dichosos gustos. Puede ser al voleo o en base a algún folletín o volante del negocio en cuestión. Generalmente aparece un voluntario que en una hojita va anotando las preferencias de cada comensal. “Vos Ricardo... ¿cuáles querés?”, arranca lapicera en mano. “¡¡¡¡Para hoy, Ricky!!!!”, lo caga a pedos al ver que el tipo está estudiando el menú como si fuera un ejercicio de análisis matemático. “Ya está, anotame 5 de verdura”, declara al fin ante el asombro de todos. “A mí anotame una de panceta al curry, una de roquefort con cerezas patagónicas y otra de longaniza a la soja”, avisa otra con veleidades de gran gourmet. “Me parece que estás anotando mal...”, corrige alguien; “...¿por qué no hacés una lista de los gustos que van pidiendo y les colocas un palito al lado? De onda te lo digo...”, concluye. “¡¡Tomá!! ¿Querés hacerlo vos?”, reacciona enojado y amenazando revolear el papelito a la mierda. “Che, me está faltando Juanpi”, avisa el escribiente, ya repuesto del entredicho anterior. “¡¡Aguantá que ya vooooy!!”, se escucha desde el baño, seguido por el “fshhhhhhhh” del agua del depósito. Y por supuesto, la cosa se enrosca aún más cuando hay que pedir por los que todavía no llegaron. “¿Y con Seba qué hacemos? ¿Lo esperamos?”preguntás vos. “Pedile 2 de pollo y 2 de carne picante”, resuelve una de las chicas muy segura. “¡¡Desde cuándo a Seba le gustan las de carne picante!! Pedile 2 de cebolla y queso, mejor”, corrige otra ofuscada como si se las tuviera que morfar élla. Y si hasta acá la cosa parecía abrochada, todo vuelve para atrás cuando al momento de llamar, alguien dispara: “che, mirá que las mías las quiero al horno, ¿eh?”.

¿TE PUEDO HACER UN PEDIDO?
Si vos creés que este es un período de calma, te equivocás, porque durante el llamado telefónico también suelen aparecer ciertos percances. A saber: constantes tonos de ocupado, avisos de demora en las entregas, escasez de gustos... “Che, me dicen que no les queda de carne cortada a tijera. ¿Por cuál la cambian?”, pregunta el encargado de hacer el pedido. Esta situación descoloca a muchos y obliga a un inesperado replanteo. “¿Te puedo llamar en un ratito?”, termina consultando el ocasional vocero al relojear el tenso clima de confusión que reina en el ambiente. A veces son más de uno los gustos que faltan, lo que provoca un caos generalizado que sólo personas con temple de acero pueden manejar. Los más sumisos se la bancan; los más intolerantes piden cambio urgente de negocio o directamente la cabeza del dueño. Una vuelta –y esto es posta- un amigo le arrancó el teléfono de la mano a su mujer y, al mejor estilo Tangalanga, le preguntó al empleado, que si le faltaban tantos gustos, por qué carajo no cerraban.

RUEDA DE RECONOCIMIENTO
Tarde o temprano llegan las empanadas y comienza el gran conflicto de la noche: identificarlas. No es fácil. Agujeritos, símbolos, estilos de repulgue e iniciales marcadas a fuego como si se tratara de ganado son más difíciles de interpretar que los rollos del Mar Muerto. A veces vienen con diferentes y extrañas formas, pero al momento de hincarles el diente dudás si quedaron así a propósito, o porque el motoquero derrapó en una curva y se fue contra un poste de alumbrado. Otras traen los nombres en una especie de señaladores de papel. Pero esta aparente prolijidad dura lo que un pedo en una canasta; después de los primeros manotazos, los papelitos señalan cualquier cosa y terminás clavándote una de cantimpalo con ají putaparió, cuando habías pedido una de atún sin sal. Qué se le va a hacer.
La situación se puede poner todavía más heavy cuando algún gusto no aparece. Es que puede ocurrir que te hayan mandado empanadas de menos. Hay que llamar nuevamente al negocio, entonces. “Sí, qué tal... te hablo de Segurola 4186, Torre 17, piso 24, departamento 132 bis...”, arranca el reclamante; “...mirá, es para comentarte que no nos trajeron la de chinchulines al oporto...”, continúa con tono de preocupación. El reclamo es atendido y con la de chinchulines finalmente en mesa los ánimos se calman. Sólo hasta que descubren que falta otra. Pero esta vez el enemigo está en casa.

LO MIO ES MIO Y LO TUYO TAMBIEN
El tema de la confusión en los gustos juega a favor de los personajes más odiosos de toda esta historia: los que toman las empanadas de otros. Básicamente hay cuatro clases de piratas del repulgue:
1) Los equivocados. Como recién vimos, algunos métodos de identificación son tan rebuscados que hacen ensartar a cualquiera. Lo entiendo y es perdonable.
2) Los despreocupados. Respetan la cantidad que pidieron pero el caos los agota y deciden manotear lo que venga. Lo considero imperdonable; con un poco de voluntad y atención se llevan las que les corresponden.
3) Los insaciables. Es decir, ya se fagocitaron las suyas y como se quedaron con hambre avanzan descaradamente sobre las de los demás. Este último grupo merece el pelotón de fusilamiento. Así nomás.
4) Los arrepentidos. Son los que le pegaron el tarascón y advierten que le erraron. “Uy, me parece que me estoy comiendo la de otro. Yo pedí queso y cebolla y esta es capresse”, avisa con voz culpable y actitud pecaminosa. El verdadero dueño la agarra como si fuera un pescado podrido, mirando de reojo a ese pedazo de tomate que asoma del boquete que dejó su amigo. En el mejor de los casos, el damnificado corta la parte mordida y se la engulle igual. En el peor, la empanada queda abandonada en la bandeja cual cachorrito manoseado que la madre ya no quiere tocar.
Pequeño consejo para quien no pertenece a ninguno de estos grupos: apenas llegue el conflictivo paquete, agarrate las tuyas. Rápido. Ponelas en un plato, en el bolsillo o en donde sea. Te evitarás grandes disgustos. Si te dormís podés no verlas más. O comerlas baboseadas.

DIME COMO LAS COMES...
Y a la hora de entrarles a las tan deseadas empanadas, cada uno recurre al método que le venga en gana. Se pueden comer con la mano o con cuchillo y tenedor. Los dos son válidos. No obstante, si sos partidario de la segunda opción, seguramente vas a tener que soportar el clásico y molesto “¡¡¡cheeeee, dejate de joder, comela con la mano!!! ¿Sos delicadito, ahora?”. Y tus amigos, que hasta acá te conocen como un tipo tranquilo, se escandalizan al escuchar de tus labios un “¡¡¡y a vos qué carajo te importa cómo me lastro la empanada, infeliz!!! ¿Acaso critico que te hayas salpicado toda la camisa con aceite?”. “¡¡Ehhhhh!! ¡¡Qué susceptible que estamos!!”, se ataja el agresor, que generalmente es de esos que creen que sus ataques nunca merecen las virulentas reacciones que provocan. La reunión se desmadra y más de uno se preguntará por qué no prevaleció la idea original de la tallarinada. ¡¡Y todavía queda por delante el delivery de helado!!
CONCLUSIONES DE SOBREMESA
Con las panzas llenas, el clima, por suerte, vuelve a tranquilizarse, y ese gusto por el que tanto se pelearon termina muerto de risa en la caja. Lamentablemente somos así.
Para hablar ahora un poco de mí, diría que acepto las empanadas de cualquier lugar, que soy de los que apenas aterriza el paquete tomo la precaución de agarrarme las mías y que no tengo una técnica definida para comerlas. Me da exactamente igual. Un día me gusta comerlas con cuchillo y tenedor, otro día me gusta hacerlo con la mano y quién te dice que en un futuro también pruebe la experiencia de comérmelas dobladas.
Una vez conocí a un empresario que antes de cerrar un negocio con algunos clientes o colegas, los invitaba a jugar un partido de tenis o de paddle. Allí les sacaba la ficha. En el fragor de la lucha se daba cuenta si los tipos eran leales, honestos, pacientes, generosos, caballeros, interesados, egoístas, violentos, tramposos, competitivos, etc, etc, etc... En fin, los obligaba a mostrar todas las virtudes y defectos de los seres humanos. Es una buena estrategia, aunque si yo estuviera en el lugar de ese empresario los invitaría a compartir un delivery de empanadas.

(1) Famoso slogan de una conocida cadena de delivery de empanadas.

miércoles, 3 de marzo de 2010

El hombre-electrón

Según los libros de biología, todos los seres humanos estamos formados por millones de moléculas y cada molécula, por un conjunto de átomos. Cada átomo, a su vez, se compone de un núcleo de carga positiva formado por protones y neutrones, alrededor del cual se mueve una nube de partículas negativas, llamadas electrones. Si bien ésto es cierto, creo que a los científicos en algún punto se les debe haber escapado la tortuga. Y no es chiste. Estoy en condiciones de afirmar que existen individuos que nacieron desprovistos de núcleos y cuya única misión en la vida es desparramar energía negativa.

PRESENTACION EN SOCIEDAD
Para arrancar diría que el “hombre-electrón” (o mujer-electrón, da lo mismo, no se pongan celosas las chicas) vendría a ser un pariente lejano del “contreras” y del “sabelotodo”. Con las diferencias del caso, por supuesto. El sujeto negativo no se opone ni fanfarronea por deporte, lo hace para prevenirnos de algún peligro o prepararnos para “lo peor”. En general es tremendista, exagerado y su especialidad es dar malas noticias. Siente la obligación de informar la verdad -o lo que él cree que es la verdad- antes de que el otro viva engañado. Aunque duela. Y si bien en esta delicada cuestión podemos estar todos más o menos de acuerdo, el problema es que este especímen carece de todo tacto a la hora de discernir si alguien debe ser rescatado o no de ese piadoso engaño. Es un asaltante de ilusiones.

UN POCO DE MALA ONDA NO SE LE NIEGA A NADIE
La medicina y la salud son sus terrenos favoritos. Le encantan. El negativo es un ferviente abanderado de una dudosa máxima: los médicos siempre te ocultan algo. Si el tordo te recetó una pastilla color verde, el tipo te va a decir que ésa es para hipertensos graves, y que si estuvieras bien te hubiera mandado a tomar la azul. Si te ve algún lunar en el cuerpo, te va a contar que a una amiga le apareció lo mismo y en dos semanas espichó. Si le comentás entusiasmado lo bien que viste al abuelo Paco para las Fiestas, te avisa que, según escuchó de buena fuente, el veterano no llega a comer la rosca de Pascua. Ah, y siempre te va a ver más flaco, una manera indirecta de sugerirte que debés tener “algo”.
Nunca le confieses tus planes vacacionales a un negativo. Si viajas a Bariloche en tal aerolínea, te va asegurar que a esa flota de aviones hace 2 años que no le realizan mantenimiento. Si te vas al Caribe, te va a afirmar que es temporada de huracanes. Si en cambio optás por un tour arqueológico al Machu Picchu, te va a advertir que viajás justo en época de lluvias y aludes. Pero para el negativo, estas amenazas de mal tiempo son relativas: si cambiás el destino por las Cataratas, te va a avisar que, por la sequía, el río Iguazú se quedó sin agua. Y ni se te ocurra contarle que te vas con tus hijos a Disney; es capaz de decirte que Mickey, Minnie, Pluto y Donald cayeron en cama por el dengue o la gripe A.
El rubro automotriz tampoco escapa a sus predicciones. Si te compraste tal auto importado, te va a afirmar que los repuestos son carísimos y tiene poco valor de reventa. Si te compraste tal modelo nacional, te va advertir que son los que más afanan. Si sacaste un 0km te va a recordar que al mes pierden la mitad de su valor. Si apenas te alcanzó para uno medio viejito, te va a decir que, según su mecánico, a más de 90 recalientan. Si te compraste una 4 x 4 te va a asegurar que las “levantan” para clonarlas en Paraguay. Si te compraste una moto te va a contar que en una idéntica se hizo percha un amigo.
Y hay más... Si le confesás entusiasmado que vas a ser papá, te va aconsejar que duermas ahora porque se te avecinan noches enteras en vela. Si tu hijo consiguió un laburo en una cadena de hamburguesas, te va a asegurar que los explotan. Si te compraste un depto en el centro, te va a avisar que no vas a poder dormir por el ruido. Si te mudaste a un barrio tranquilo, te va a señalar que justo en esa zona crecieron los asaltos. Si te pusiste a fabricar slips, te comentará que ahora se están usando más los boxers. “Yo te lo digo por las dudas, después vos hacé lo que quieras...”, es el latiguillo que usa como corolario de sus inoportunas palabras de desaliento.

BALANCE NEGATIVO
Conclusión, lo que se dice conclusión no he sacado; es que bucear en la psicología de un negativo es una tarea compleja. Pero a modo de cierre, voy a traer a la memoria una anécdota muy graciosa ocurrida hace años. Un amigo le acababa de dar a otro la noticia que iba a ser papá por segunda vez. Ya tenía una nena y ahora esperaba el pibe. Como el futuro padre ya sabía de la condición de negativo de su interlocutor, se preparó para soportar con humor el mismo par de advertencias de aquella primera vez: que no iba a poder pegar un ojo y que ahora empezaban los verdaderos problemas. Pero este hombre-electrón no apeló a ninguno de estos lugares comunes. Haciendo gala de una fina creatividad, lo aplastó con un “¿Así que se viene un varoncito? Mmmm... ¡¡Cagaste!! no te va a servir nada de lo que dejó la nena...”. Un capo total.