miércoles, 30 de diciembre de 2009

Dos para el final


Digital Ayatollah despide este ajetreado 2009 rindiéndole un pequeño homenaje a dos de las mejores letras testimoniales que ha dejado nuestro rock nacional a lo largo de su rica historia. Una reivindicación al barrio, al laburante y a esa Argentina que no sale en las revistas de verano.

AVELLANEDA BLUES (MANAL)

Vía muerta, calle con asfalto siempre destrozado.
Tren de carga, el humo y el hollín están por todos lados.
Hoy llovió y todavía está nublado.

Sur y aceite, barriles en el barro, galpón abandonado.
Charco sucio, el agua va pudriendo un zapato olvidado.
Un camión interrumpe el triste descampado.

Luz que muere, la fábrica parece un duende de hormigón
y la grúa, su lágrima de carga inclina sobre el dock.
Un amigo duerme cerca de un barco español.

Amanece, la avenida desierta pronto se agitará.
Y los obreros, fumando impacientes, a su trabajo van.
Sur, un trozo de este siglo, barrio industrial.

 

MAÑANA EN EL ABASTO (SUMO)

Mañana de sol, bajo por el ascensor,
calle con árboles, chica pasa con temor.
No tengas miedo, no, me pelé por mi trabajo,
las lentes son para el sol y para la gente que me da asco.
No vayas a la escuela, porque San Martín te espera,
estás todo el día sola y mirás a mi campera.
Tomates podridos por las calles del Abasto,
podridos por el sol que quiebra el asfalto del Abasto.
Hombre sentado ahí, con su botella de Resero,
los bares tristes, vacíos ya, por la clausura del Abasto.
José Luís y su novia se besan ahí por en el Abasto,
yo paso y me saludan, bajo la sombra del Abasto.
Mañana de sol, bajo por el ascensor,
calle con árboles, chica pasa con temor.
Parada Carlos Gardel, es la estación del Abasto,
Sergio trabaja en el bar, en la estación del Abasto.
Piensa siempre más y más, será por el aburrimiento,
subte línea B y yo me alejo más del suelo,
y yo me alejo más del cielo, también.
Ahí escucho el tren, ahí escucho el tren,
estoy en el subsuelo, estoy en el subsuelo.

 

¡¡¡FELIZ 2010 PARA TODOS!!!

miércoles, 23 de diciembre de 2009

La encantadora familia Contreras


Si uno busca en la guía telefónica el apellido “Contreras”, se va a encontrar con unos cuantos. No sé... serán 500... 600... 1000... No interesa demasiado la cifra. Lo que sí importa –y preocupa- es que existen muchos más de los que figuran en el extenso y pesado libraco. Son esos personajes que tienen como eterno y perverso pasatiempo pararse en la vereda de enfrente de los demás, y cuyo lema en la vida es “de qué se trata que me opongo”. ¿Los conocen?

Los “contreras” son fáciles de identificar. No tardan en saltar a la vista. Está en su naturaleza, es más fuerte que ellos. Y ejemplos hay de sobra. Si todo el grupo de amigos quiere tomar el colectivo, el contra va a querer ir al mismo lugar caminando. Si todos deciden ir a la playa de mañana, él se emperrará en aparecer por la tarde. Si todos coincidieron en alquilar una peli de acción, él va a querer una comedia. Si todos se están descostillando de risa con un CD de Gioia, él va a decir ofuscado que no le mueve un pelo. Si todos se mueren por una parrillada, él se va a encaprichar con una pizza. Obviamente, de no prevalecer su voluntad, el contra instalará una desagradable cara de culo y disparará a mansalva comentarios negativos durante lo que quede del día. De esa no te salvás.
Cuando se lo proponen, los contreras son los reyes de la indirecta. Te ven con un pulóver y te lanzan “¿no me digas que tenés frío?”. Te ven en mangas de camisa y lo cambian rápidamente por un “¿no me digas que tenés calor?”. Les explicás que no salís porque estás cansado y te verduguean con un “¡ehhhh, qué flojito que sos!”.  Te ven condimentar tu ensalada o tus papas fritas y te juzgan: “cheeee, ¡¡cuánta sal le ponés!!”. Y el respeto por el prójimo que te enseñaron tus padres te gana la pulseada, porque es para contestarles “y a vos ¿qué carajo te importa si yo tengo calor, frío, soy flojito o me gusta la comida salada?”.
Por lo general, los contreras carecen de sentido del humor. Es que significaría reírse de sí mismos o festejar una ocurrencia de alguien que no son precisamente ellos. Para su extraña lógica de contreras significaría ceder. Cualquier chiste o anécdota, por graciosa que sea, les va a parecer mala y es probable que terminen descalificando al que la contó.

La mayoría de las veces son peleadores y confrontativos y no admiten la proverbial variedad en los gustos. La única verdad es la de ellos, el resto no sirve, es despreciable. A vos te gusta el mar y ellos te corrigen que es mejor la montaña. Vos sos fanático de las casas y ellos te discuten que no hay como el departamento. Si tenés animales, ellos los odian... Muchas veces esta postura es maliciosamente deliberada: como son de preguntar primero, con tu opinión arriba de la mesa tienen la libertad absoluta para doblar la apuesta o saltar automáticamente a la vereda contraria. Vos les decís que conseguiste el zapallito a 5 mangos y ellos lo compraron a 3. Vos les decís que te hicieron un 10 % de descuento en el súper y a ellos un 15 %. Vos les decís que tenés el colesterol un poquito alto y ellos te enrostran que en el último análisis les dio perfecto. Hacé la prueba: primerealos; preguntales algo vos y deciles que pensás igual o que conseguiste algo más toraba. Les cagás el día.
Y por supuesto, todo contreras que se precie es porfiado; lo primero que vas a escuchar de sus labios ante un comentario o sugerencia es siempre un "no", es como un acto reflejo. Después para negociar tienen tiempo. Aunque esto último es bastante difícil, por no decir imposible: son capaces de discutirte a muerte una verdad revelada o alguna noticia que ya dio la vuelta al mundo tres veces. “Yo leí que no es así”, te aseguran sin mencionar las fuentes, cosa que vos no puedas probar dónde lo leyeron y cuándo. Y es inútil tratar de convencerlos porque son de los que están dispuestos a irse a la tumba con sus pensamientos. Ni aunque los tortures. Son tercos como mulas. Funcionan como los tarugos: mientras más insistís, más se clavan. Y si en algún momento del acalorado debate descubrieran amargamente que tenés razón, jamás de los jamases te lo van a reconocer. Sería para ellos un signo de avergonzante debilidad.

No soy psicólogo, pero creo que estos personajes básicamente buscan diferenciarse, despegarse de determinadas actitudes de los demás o de alguien en particular. En definitiva, ser distintos. Y puede haber varios motivos: envidia, celos, complejo de inferioridad o superioridad, falsa demostración de personalidad... lo que se te ocurra. Lo triste es que no advierten el rechazo que van generando en su entorno, lo que, a la corta o a la larga, los deja a merced de la gastada y termina por extenderles una especie de certificado de defunción social. Y en esto sí que no tienen contra.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Pensamiento Lateral


Hay problemas que no contienen la información suficiente para poder descubrir la solución. Para avanzar, se requiere de un diálogo entre quien lo plantea y quien lo quiere resolver. En consecuencia, una parte importante del proceso es hacer preguntas. Las tres respuestas posibles son: sí, no o irrelevante.
Cuando una línea de preguntas se agota, se necesita avanzar desde otro lugar, desde una perspectiva completamente distinta. Y es aquí cuando aparece el concepto de pensamiento lateral. Es más: cuando uno finalmente accede a la respuesta, lo que se pregunta es: "¡¿cómo no se me ocurrió?!".
Aquí les dejo algunos ejemplos muy interesantes. Aclaro que no hay trapisondas, no hay cosas escondidas ni nada, todo está a la vista.

PROBLEMA 1
Antonio, padre de Roberto, un niño de 8 años, sale manejando desde su casa en la Capital Federal y se dirige rumbo a Mar del Plata. Roberto, va con él.
En el camino se produce un terrible accidente. Un camión, que venía de frente, se sale de su sector de la autopista y embiste de frente al auto de Antonio. El impacto mata instantáneamente a Antonio, pero Roberto sigue con vida. Una ambulancia de la municipalidad de Dolores llega casi de inmediato, advertida por quienes fueron ocasionales testigos, y el niño es trasladado al hospital.
Ni bien llega, los médicos de guardia comienzan a tratar al nene con mucha dedicación pero, luego de charlar entre ellos y estabilizarle las condiciones vitales, deciden que no pueden resolver el problema de Roberto. Necesitan consultar. Además, advierten el riesgo de trasladar al niño y, por eso, deciden dejarlo internado allí, en Dolores.
Luego de las consultas pertinentes, se comunican con el Hospital de Niños de la Capital Federal y finalmente conversan con una eminencia en el tema a quien ponen al tanto de lo ocurrido. Como todos concuerdan que lo mejor es dejarlo a Roberto en Dolores, la eminencia decide viajar directamente desde Buenos Aires hacia allá. Y lo hace.
Los médicos del lugar le presentan el caso y esperan ansiosos su opinión. Finalmente, uno de ellos es el primero en hablar: "¿Está usted en condiciones de tratar al nene?", pregunta con un hilo de voz. Y obtiene la siguiente respuesta: "¡Cómo no lo voy a tratar si es mi hijo!".
Está en ustedes el tratar de pensar una manera de que tenga sentido. Vuelvo a insistir: no hay trampas ni nada oculto. Y quiero agregar dos datos importantes:
a) Antonio no es el padrastro.
b) Antonio no es cura.
Les sugiero que lean otra vez la descripción del problema y, créanme, es muy, muy sencillo.

PROBLEMA 2
Un hombre vive en el vigésimo piso (20) de un edificio. Todos los días toma el ascensor hasta la planta baja para ir a su trabajo. Cuando vuelve, sin embargo, toma el ascensor hasta el décimo piso y hace el resto del recorrido hasta el piso en el que vive (el vigésimo, recuerden) por las escaleras. Esto lo ha hecho toda su vida. Si bien el hombre detesta caminar, ¿por qué lo hace?

PROBLEMA 3
Un gran oso salió de su guarida y se largó a caminar con preciso rumbo sur. Cuando llevaba recorridos 5 kilómetros cambió la dirección y se dirigió hacia el este. Cuando ya llevaba caminados otros 5 kilómetros, volvió a cambiar de dirección y se dirigió, esta vez, exactamente hacia el norte. Tras recorrer 5 kilómetros se sintió sorprendido porque se encontró con su propia guarida, desde donde había empezado a caminar horas antes. ¿De qué color era ese gran oso? (les doy una pistita: hay que saber un poco de geografía).

PROBLEMA 4
En el funeral de la madre de dos hermanas, una de ellas se enamora profundamente de un hombre que jamás había visto y que estaba dando sus condolencias a los deudos. Las dos hermanas eran las únicas que quedaban ahora como miembros de esa familia. Con la desaparición de la madre, ellas dos quedaban como únicas representantes. Después del funeral y ya en la casa de ambas, una hermana le cuenta a la otra lo que le había pasado con ese hombre y del que no sabía quién era y nunca había visto antes. Inmediatamente después, mata a la hermana. ¿Por qué?

Para encontrar las soluciones hagan click en "comentarios" (pero antes piensen un poquito, che).

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Sócrates vivió equivocado


“Sólo sé que no sé nada”, dijo acertadamente el gran filósofo griego Sócrates, dando a entender que el individuo está muy lejos de poseer la verdad absoluta. Frase indiscutible por donde se la mire. Sin embargo, nunca imaginó que, muchísimos siglos más tarde, un pequeño porcentaje de la raza humana lo iba a contradecir. ¿Quiénes? Me estoy refiriendo a esos personajes que se jactan de dominar a la perfección cada cuestión de la vida y del mundo: los “sabelotodo”.
Los sabelotodo entienden de todo un poco: de minas (o de hombres, si son mujeres), de motores, de vinos, de tragos, de plantas, de habanos o de política. En otros casos resuelven un crimen, explican las causas de algún accidente aéreo, dan cátedra sobre las drogas de moda y hasta saben con qué se empastilla cada famoso. Son absolutistas, pedantes, rompepelotas y es imposible sostener una conversación con ellos sin pelearse o terminar sometidos a su voluntad o a sus puntos de vista. Estos son algunos de los más comunes.

LOS HIPERINFORMADOS
Conocen desde el valor del metro cuadrado en Belgrano o Puerto Madero, hasta el precio del barril de crudo en EE.UU. Saben quiénes son los accionistas de las multinacionales más exitosas y en cuántos palos verdes vendió su parte algún mega empresario informático que ahora se quiere dedicar a la pesca con mosca. Al reverendo pedo, porque viven llenos de deudas y no tienen donde caerse muertos.
Aducen "manejar" información que el resto -o sea, la gilada- no conoce y su misión es pincharte el globo cuando te mostrás entusiasmado con algo. Le decís, por ejemplo, que acaban de asfaltar 4 cuadras de tu barrio y te contestan: "je, me extraña que no lo sepas... Ese es un curro de un par de diputados con un empresario y una constructora, porque hay un baldío donde quieren poner un shopping. La idea es que 'palme' el viejo mercadito y levantar allí una torre de 40 pisos". Le comentás que conseguiste una promoción para viajar a Madrid y te lanzan: “averiguá bien, me dijeron ‘off the record’ que esa aerolínea está con un pasivo de 20 palos verdes. A mitad de año la compran los brasileros, con lo cual, seguro te van a obligar a hacer una escala de un día en San Pablo y te termina saliendo más caro”.
 La SIDE se está perdiendo grandes talentos con estos tipos.

LOS QUISQUILLOSOS
Saben tanto de cuestiones domésticas que nada los conforma. Son detallistas hasta la locura. Conocen la diferencia entre un piso de madera de guatambú y otro de haya vaporizada. Son consumidores exigentes y no hay compra o transacción comercial que no termine en pelea.
Si vas al súper con ellos, te van a bochar cada puta cosa que tomes de las góndolas. Conocen la composición química de cada alimento: “no, esa marca no porque tiene menos porcentaje de sodio y alto residuo seco”, va a ladrar apenas te vea manotear una botella de agua mineral. “No, esos fideos no porque tienen 0,3 % menos de huevo y tardan cuatro minutos y medio más en cocinarse”, te retará cuando descubra el paquete en el changuito.
Si se trata de pedir un delivery, los quisquillosos también van a imponer condiciones. “Mmmm... la pizza de acá la vuelta no me gusta porque la hacen en un horno de barro que está mal curado”, va a afirmar. Con las empanadas tampoco se queda atrás; conoce las de cada región del país y no es fácil meterle el perro. “No pidan empanadas salteñas al de la otra cuadra porque vienen con mucha papa y poco ají molido”, advierte. Vos ya estás con las quetejedi al plato y con unas irrefrenables ganas de asestarle un sonoro “¡¡las papas que te sobren metételas en el culo y el ají te lo voy a inyectar por las orejas!!”.

LOS REFERENCIALES
Les gusta demostrar que conocen cada rincón de la ciudad y del mundo. “Yo tengo el negocio en Devoto”, les comentás al pasar a unos conocidos del club después del partidito de tenis. “¿A dónde, che?”, pregunta el sabelotodo. “Beiró y Campana, ¿ubicás?”, le contestás. “Sí, sí, sí, conozco, conozco...”, te aclara casi ofendido. “...que a la vuelta hay una farmacia, ¿no?...”, agrega dispuesto a no dejar las cosas ahí. “...que al lado hay un kiosquito que vende panchos...”, vuelve a ufanarse entusiasmado. “...y enfrente están haciendo una torre...”, insiste. “...que a media cuadra hay un bolichito para tomar algo... sí, sí, sí; sé dónde es”, culmina con suficiencia, para que a nadie le queden dudas que la tiene re clara con el lugar.
También les encanta abrumar con referencias de un conocido en común para demostrar que su grado de amistad con él es importante. “¿Así que conocés a Gonza? Mirá vos qué casualidad... ¿De dónde?”, arranca el pesado. “Muy fana de River... fui a la cancha un par de veces con él... porque es muy amigo de gente de la comisión directiva...”, continúa sin darte respiro. “...¿Conocés a la hermana? No sabés lo que está... muy macanuda, un cago de risa, estudia abogacía... El padre tiene tres by-pass; eso sabías, ¿no? A Gonza lo conocí en Pinamar, porque ellos alquilan todos los años un chalecito a 3 cuadras del golf... ¿Te mostró el perro que tiene? un labrador que es un amor... Y ahora se compró un auto, ¿viste? un Gol 1.9 Diesel que...”, y así seguirá revelando intimidades hasta que vos tomes la drástica decisión de partirle un florero en la cabeza u optes por la vía pacífica: felicitarlo por todo lo que sabe de Gonza (que, por otra parte, vos ya conocías hace rato).

LOS FUTBOLEROS
Dicen que en la Argentina hay 40 millones de directores técnicos y no es chiste. El sabelotodo futbolero es plaga y generalmente sale a la luz fogoneado por algún fracaso deportivo. Se envalentona con el resultado puesto. Suele lanzar sentencias como “yo no sé qué hace García marcando punta por la derecha”, “fulanito no es para Boca, yo traería un media punta”... Otro se anima a hilar más fino y tira fórmulas como “a Brasil hay que jugarle con línea de tres, doble 5 y Messi más pegado a la raya”, “si yo fuera el técnico pararía a López unos 10 metros más atrás, ahí vas a ver cómo rinde”... ¿Y qué hay 10 metros más atrás?, pregunto yo, ¿el pasto está más parejo?
Y guarda el hilo que no sólo chamuya de fútbol; en el resto de los deportes también se muestra experto. Sabe de voley, rugby, básquet y es capaz de enseñarle el revés a Del Potro o discutir de polo con el mismísimo Adolfito Cambiaso.

LOS METEORÓLOGOS
Un buen sabelotodo también suele ser experto en cuestiones climáticas y te tira el pronóstico extendido con sólo asomar la nariz a la calle o abrir la claraboya del baño de servicio.
“Mmmm... si para Enero anuncian mucho calor, Febrero va a ser malo, acordate”, dirá muy seguro el sabelotodo meteorólogo. Y qué carajo tendrá que ver. ¿Hay alguna ley oculta de las compensaciones que asegure esto? “Diciembre y Marzo son los mejores meses en cuanto al clima”, repetirá otro como si se tratara de un axioma. ¿De dónde lo sacó? ¿Está comprobado científicamente o se auto convence desde el resentimiento porque lo cagaron en el reparto de las vacaciones? “Uhhh, mirá vieja, está diluviando en Mar del Plata. A la noche tenemos la tormentita por acá”, dirá contento porque sospecha que se viene el fresquito salvador. ¿Y dónde está escrito que la lluvia tiene que hacer escala siempre en Buenos Aires? ¿No puede ir para Santa Rosa, Bahía Blanca o perderse en medio del Atlántico?

LOS ASADORES
Y si hay un sabelotodo verdaderamente insoportable es el asador. Es celoso de su trabajo cuando tiene la parrilla a cargo, pero molesto e invasivo frente al trabajo ajeno. Se mete en cada detalle, desde que prendés el fuego hasta que ponés los chorizos y la carne. “Yo el fuego lo hago distinto...”, te tira totalmente (mal) intencionado, al ver cómo tardan en encenderse las primeras brasas. “Ah, ¿el carbón lo ponés así? ¿Por qué no hacés una cosa: dejás menos brasas en el fondo y la carne la ponés al costadito...”, te sugiere mientras va minando lo poco que te queda de paciencia. “Me parece que la parrilla está un poquito alta, ¿No te conviene...”, vuelve a la carga amagando poner los garfios en la manivela hasta que lo cortás en seco con un contundente “flaco, otro día lo hacés como querés vos. Ahora lo estoy haciendo yo, ¿te queda claro?”. Eso sí, rogá a Dios que la carne esté lista en tiempo y forma porque si algo falla, el experto asador va a lanzar la clásica frase hiriente “je, si lo hubiera hecho yo ya estábamos comiendo, papá”. Típico de un buen sabelotodo.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Entre la nada y la eternidad(*)


Los otros días me alegré mucho al encontrar en la página de música goear dos temas que en su momento me partieron la cabeza. Yo tenía por entonces 15 o 16 añitos; o sea, hace de esto más de treinta. Era la época de la dictadura y bandas como Crucis, Invisible, Aquelarre y La Máquina de Hacer Pájaros proponían una apertura musical -y mental- que no coincidía con el oscurantismo reinante en el país. Ni hablar de agrupaciones foráneas como Yes, Genesis o Emerson, Lake and Palmer.
Ahora que lo veo a la distancia me asombro. Es que no puedo dejar de comparar a esa generación de pibes con la actual. ¿Cómo es posible que a los 15 años deliráramos por estos sonidos tan complejos mientras los adolescentes de hoy escuchan... (quiero ser lapidario pero no me animo) lo que escuchan ahora? No alcanzo a comprender semejante mutación. ¿Qué pasó en el camino? ¿Fuimos para adelante? ¿Fuimos para atrás? No tengo autoridad para juzgar si lo de antes era mejor o viceversa. Pero no me van a negar que en estos largos treinta años algo pasó. Y no solo a nivel musical.

Esto era lo que me hacía caminar por los paredes (y aún hoy lo sigue haciendo):

 
Determinados Espejos - Crucis

 
 
Catherine Of Aragon - Rick Wakeman

(*)Album de la Mahavishnu Orchestra, grabado en 1973.

sábado, 14 de noviembre de 2009

¿Por qué no te callas?


¿A quién no le gustan las reuniones en casa de amigos, los asados, las cenas o compartir una simple mesa de café? No hay nada mejor que entrarle a una pizza y tomar una cervecita mientras se habla de viajes, de política, de música o se cuentan anécdotas divertidas. Eso sí, más vale ir prevenidos; dentro de ese combo de amigos y conocidos pueden aparecer personajes que convierten cualquier charla en un monólogo o en una sucesión de temas que no le interesan a nadie (creo que este blog pronto pasará a llamarse “ganando enemigos”).

ANDA A INTERRUMPIR A TU ABUELA
Unos de los sujetos más odiados son los "corta conversaciones". Están presente en toda reunión. Son infalibles. Desubicados como chupete en el culo. Se trata de esas personas que quieren decirle algo a alguien y les importa un carajo si está hablando con otro o escuchando un relato interesante. Se meten igual. Interrumpen la charla con una impunidad que asusta. Lo de ellos es más importante, más urgente.
Vos estás contando algo y ¡zas! a estos sujetos se les da por robarte a tus interlocutores. Tu relato queda en el freezer, y cuando querés retomarlo ya es demasiado tarde; se está hablando de otra cosa y de intentarlo quedás como un pelotudo. A veces se da a la inversa, es decir, vos estás escuchando una jugosa y encendida charla y ellos te arrastran a un farragoso diálogo paralelo para contarte que su hijo se agarró una uña con la puerta de la heladera o que el albañil tardó dos días y medio para colocarle un metro cuadrado de baldosas. Lo grave es que no podés ignorarlos; paradójicamente sos vos el que pasa a ocupar el rol de maleducado si te negás a prestarle la oreja.

En otras ocasiones, estos verborrágicos amigos quizás sí tienen algo importante que decir pero equivocan el momento. “Chicos, tengo que darles una noticia: ¡me comprometo!”, tira eufórica alguna de las presentes, justo cuando un amigo aventurero relataba cómo escapó de la muerte en Afganistán. Los crueles talibanes pasan a cuarto intermedio porque nadie se anima a decirle a la tilinga que se meta los anillos en el culo y lo cuente más tarde.

EL SINDROME MIRTHA LEGRAND
Existen otros especímenes que son como la notas a pie de página de los libros: de algo chiquito que mencionaste al pasar te desvían hacia un tema aparte. Están esperando agazapados la palabrita mágica para arrastrar la conversación a sus dominios.
“...Yo en esa época, creo, estaba haciendo Psicología en la UBA y justo tenía un par de semanas de vacaciones...”, arrancás vos para explicar cómo se gestó aquel viaje a España, cuando al toque te interrumpe una vocecita femenina: “¿Ay, fuiste a la UBA?... ¿En qué año? Yo tengo amigos que estudiaron Psicología en la UBA. Por eso te digo. ¿No conociste a un tal Cristian Segurini? El hermano salía conmigo. Un personaje... En esa época estaba muy metido con los radicales y todo eso... Pero radicheta mal, ¿eh?...”, concluirá la entrometida, que seguirá adelante con su speech si alguien no la tacklea a tiempo y te restituye la palabra.
“...Yo volvía de mis vacaciones en Villa Gesell y justo me llama Juan...”, arranca alguien para contar cómo se encontró con sus ex de la secundaria, cuando de golpe lo frena una voz masculina: “¡Ah!, ¿veraneás en Gesell? Mirá vos... no sabía. Yo voy todos los años. ¿En dónde parás? ¿En 3 y 120? Yo soy muy amigo de unos de los guardavidas de ahí... Fito... ¿Lo ubicás? Uno rubio que tiene un tatuaje con el escudo de Chacarita... ¿Fuiste a comer a la parrillita que está ahí a la vuelta?... Ah, no sabés... hacen los mejores chinchulines que probé en mi vida...”. Definitivamente insufribles.

UNA QUE SEPAMOS TODOS
Si bien estos personajes son educados e inofensivos, podría decir que el inconveniente aquí es que no hay un insoportable único sino una confabulación de ellos. Y ocurre cuando en una reunión hay mayoría de gente que comparte -o compartió- la secundaria, el laburo, el club o lo que fuera. Son corporativos; hablan de temas que conocen ellos solos y el resto queda garpando. Y se dan conversaciones como esta:
-Che, ¿Y Bonifatti? ¿Qué es de la vida? ¿Sigue en la empresa?, -pregunta un ex de la misma a otro que todavía trabaja allí.
-Sí, ahora lo pasaron a Control de Materiales, -contesta este último.
-Mirá vos... Me acuerdo que tenía un Gacel ’84 que era una joya
-Callate que lo cambió... ahora anda en un Renault 19 gasolero
-¿Sigue casado con la de siempre? Esa morocha gordita que lo venía a buscar... –acota otro ex que también participa de la charla.
-Nooooo, ahora anda medio juntado con Gladys, una de Recursos Humanos, ¿Te acordás? Muy llamativa, ella...
-No la tengo, seguro debe haber entrado después que yo me fui
-¿Vos en que año te fuiste? –quiere saber un cuarto interlocutor que también trabaja en la dichosa empresa.
-Y... en el 2004... Abril del 2004... Por ahí...
-¿Tanto, che? ¡Cómo pasa el tiempo! Entonces, pará... ¿Cuánto estuvimos juntos? Yo entré en Marzo del 2003... Un año y monedas.
Y sí, ya me imagino: las monedas se las querés tirar por la cabeza a todos. A vos te importa una mierda la vida de Bonifatti, el Gacel ‘84, la ex, la actual y en qué año renunció el otro nabo. Lo peor de todo es que, por educación, tenés que exhibir tu mejor sonrisa y fingir que el tema te interesa. Consejo: tené paciencia y esperá que pase el nubarrón. No van a hablar toda la noche de Bonifatti. Eso creo.

ABAJO LOS MONOPOLIOS
Si hay sujetos verdaderamente insoportables son los que se adueñan de la palabra. Hablan y opinan de todo. Si hacés la prueba de cerrar los ojos vas a comprobar que la única voz que se sobresale es la de ellos. Tienen incontinencia verbal, no paran. Son la versión radicalizada y full-time de los que interrumpen. No le dejan meter un bocadillo a nadie y no saben escuchar. Cuando alguien arranca a contar algo, enseguida lo pisan y siguen hablando ellos. Llegan a un punto tal de aburrimiento y saturación que ya nadie les da bola. Pero siguen hablando. Al vacío, a la nada. Y suelen ser extremadamente caraduras. Cuando ya están al borde de acalambrarse la sin hueso suelen tiran un “che, ahora cuentensé algo ustedes; al final hablé todo el tiempo yo”.

En las sobremesas ni se te ocurra poner una película o el video de tus vacaciones porque no van a dejar escuchar a nadie. Cada puta cosa que ocurra en el film les va a hacer acordar a algo. “Ah, ¿trabaja el pibe éste?...”, va a acotar el pesado apenas vea entrar en escena al protagonista. “...Es el de la peli ‘4 gauchos y un paquete de yerba’. No sé si la vieron... Que ella era una chica que sufría de anorexia... Un poco larguita para mi gusto, pero buena... 7 puntos... Ahí se hizo conocido este flaco que no me acuerdo cómo se llama... que ahora está saliendo con una modelito...”. Toda esta perorata, por supuesto, habrá tapado la explicación del móvil del asesinato con lo cual van a ocurrir dos cosas: que un voluntario apriete el botón “REW” para ver la escena otra vez, y que otro vaya a buscar un trapo para amordazar a este flor de pelotudo.

CONCLUSION
Como dije en el post de los cabrones y los vagos: dentro de este ramillete de controvertidos personajes, muchos de nosotros vamos a reconocer a algún amigo, conocido o compañero del laburo. Yo mismo, a lo mejor sin querer, pude haber derrapado alguna vez hacia esa dirección. Casi seguro, ahora que lo pienso. Es que en el fragor de una conversación acalorada puede pasar de todo. Lo importante es darse cuenta a tiempo y recapacitar. El quilombo se arma cuando hay otros que no lo advierten, que están convencidos de que actuar de esta manera es lo más común y corriente.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Que siga el groove...



Mientras termino de darle forma a mi próximo post "¿Por qué no te callas?" (promete ser polémico) les dejo un par de temitas, digamos, como aperitivo.




Long Way From Brooklyn - Down To The Bone




Have A Good Time - The Brand New Heavies

lunes, 2 de noviembre de 2009

Los terroristas de las fiestas

Si hay personajes que, además de fastidio, me producen cierto temor son los animadores de fiestas. Es decir, esos sujetos que alguien contrata para amenizar cumpleaños, cenas en restaurantes, casamientos, despedidas de soltero, bodas de oro o lo que coño fuera.
En principio diría que son traicioneros, porque irrumpen con total impunidad en el momento menos esperado. Se materializan de la nada cuando uno está relajado y con las defensas bajas. Y a partir de ese instante todos pasan a ser sus rehenes. Y no lo digo en sentido figurado, es que apenas alguien amague con abandonar el recinto, escabullirse al baño o simplemente ignorarlo, automáticamente será objeto de sus chistes y sus burlas. No hay escapatoria.

“¡¡¡Hola a todooosssss!!! ¿¿Qué tallllll?? ¿¿Cómo estaaánnnn?? ¡¡Me presentoooo, mi nombre es Federicoooo -pero me pueden decir 'Fede'- y vengo a alegrarles un poquito esta linda reunioooón!!”, arrancará micrófono en mano, con voz modulada y actitud de canchero de manual. “Me dijo un pajarito que están festejando un cumpleaños. A veeeer... ¿Dónde está la cumpleañeraaaaa?”, preguntará frotándose las manos, con esa expresión de placer que indica que ya está listo para empezar a reírse de los invitados (debería ser “con” los invitados, pero eso demandaría un mayor esfuerzo intelectual). La chica levantará tímidamente la mano y él, por supuesto, la hará pasar al escenario o a lo que haga de escenario. “¡¡A veeeer... pido un aplauso para Andreeeeaaaaa!!...”, exclamará entre eufórico y chupamedias. “¡¡A veeeer... más fueeeerteeee!! ¿O no la quieren a Andreaaa?”, insistirá como si estuviese dirigiéndose a un público de jardín de infantes. Y la intensidad de los aplausos nunca será de su agrado, con lo cual repetirá el pedido unas 3 ó 4 veces más hasta que el caos de gritos y golpes mande al suelo tenedores y cuchillos y tire abajo los cuadros y el decorado del salón. Ahí recién se sentirá plenamente realizado y continuará con su rutina.
“Decime, Andrea... Estás de novia... casada... separada... abandonada...??”, preguntará inquisidoramente con voz de galán de radioteatro, mientras le pasa el brazo por encima de sus hombros. Andrea, por caso, dirá que está de novia. “¿Cómo se llama tu novio?”, preguntará nuestro aprendiz de vivo. “Javier”, responde la chica en voz baja como si revelara una intimidad. “A ver, chicos, ayudenmé... ¿Está Javier por ahí? ¿Dónde está Javier?”. Todas las miradas convergen en el pobre pibe y no le quedará otra que levantar su manito. “¡¡Que venga Javieeeeeer!!”, ordenará lo que se venía venir como la tormenta después del calor. El novio de la chica se acercará no muy feliz al escenario y se comerá un “¡¡ooosssooooo!!” del animador cuando este amague con estrecharle su mano. Por supuesto, la pareja tendrá que aguantarse la andanada de chistes fáciles sobre el noviazgo, sus respectivos ex y todos los lugares comunes que se puedan imaginar. Y el showman estará bien atento a las reacciones de la gente, porque en base a ello seguirá vomitando chistes malos y sacándole la ficha a cada invitado. “Y vos... ¿de qué te reís tanto? Je, seguramente tuviste algo con este pirata...”, retará a alguna de esas señoritas que se ríen de cualquier boludez. “¿Vos la estás pasando bien, che? Avisale a tu cara, entonces”, le tirará a algún invitado agreta. Humor inteligente.
Y ya que lo tiene a mano, este “banana” rentado arrancará la sección de juegos boludos con el mismísimo novio. Con una pelota de ping-pong en la boca y dibujando círculos en direcciones opuestas con mano y pie izquierdos, tendrá que repetir 3 veces “tres tristes tigres”. El pobre desgraciado pasará el papelón de su vida ante las crueles carcajadas de la concurrencia. “Me fallaste, Javier”, le dirá ante su contundente y esperado “fracaso”. El premio por realizar bien esta pelotudez –una vela aromática y un porta sahumerios- quedará desierto y el animador saldrá de cacería en busca de otra víctima que esté a la altura del desafío. O por lo menos le garantice otro rato de diversión a costilla del propio infeliz.
Y esos segundos en los que el tipo recorre el salón con la mirada son de suma tensión, porque nadie quiere convertirse en el próximo payaso de turno. Nadie quiere ser obligado a contar granos de arroz con los dedos de los pies, a imitar a un animal de la selva o a que un desconocido le pase un huevo por debajo de la ropa sin romperlo.
No hay una comprobación científica, pero el alegra-fiestas casi siempre escoge a su presa entre los más extrovertidos o entre los que se esconden. Ambos son útiles. Los primeros interactuan con el animador y potencian la supuesta gracia de la prenda (a no ser que pretendan ser más vivos que el animador; en ese caso nuestro personaje hará lo posible por aplicarles un escarmiento), los segundos atraen precisamente por su pánico a hacer monigotadas en público. Y acá el animador cuenta con un aliado de fierro que es ni más ni menos que el morbo del resto de los presentes. Al que no le gusta el canto, todos quieren oírlo cantar. Al que odia el baile, todos quieren verlo bailar. Para molestarlo, nomás. Es más gracioso ver a alguien que hace algo contra su voluntad y mal, que al que lo hace con gusto. “¡¡¡Rooo-beeer-to!!! ¡¡¡Rooo-beeer-to!!!”, corearán todos para darle ánimo al tímido elegido, mientras un par de comedidos lo arrastrarán de los brazos y lo pondrán a disposición de su verdugo. Y al tal Roberto no le quedará más remedio que acceder a los deseos de la turba, caso contrario se colgará un cartel de “amargo” que lucirá mientras viva. “Cuídenme de mis amigos que de mis enemigos me encargo solo”, decía Voltaire.

Desconozco el mercado laboral de los animadores, pero no son pocos los casos en los que estos pseudos piolas que presentan un perfil multifunción. En algunos casamientos son los mismos que pasan música y durante la fiesta te marcan cuándo comer, cuándo bailar y hasta cuándo cagar. “¡¡Les pido un fuerte aplauso para el vitel thonéeee!!!”, vocifera desde la consola, mientras una fila india de mozos irrumpe a paso militar con el primer plato. “¡¡Un aplauso para el lomo a la pimientaaaa!!”, arenga cuando aterriza el plato principal. “¡¡Un aplauso para la tripa gorda!!”, ordena si el casamiento viene onda asado campestre. Mamita querida. Un aplauso en las bolas le daría.

En otras oportunidades, para darle un toque diferente al evento se contratan los servicios de un animado-mago. Y agarrate. “A veeeer... necesito a dos amigas de la novia para que vengan a soplarme la varita”, reclamará libidinoso. “Y ahora voy a necesitar un ayudante para mi próximo truco...”, dirá después de haber hecho sonrojar a las mencionadas señoritas. En realidad, la traducción vendría a ser algo así como “voy a necesitar un perejil para que la gente se le cague de risa un rato”. Y, no sé porqué, pero el mago tiene como una aureola de impunidad. Es como el Papa, como Dios. Aunque el tipo te deje en cuatro patas, con los ojos vendados y un clavel entre los dientes, no te podés enojar. Todo se hace en pos del truco. Y no es justo.

Creo que todos en algún momento hemos padecido a estos pesados que se creen vivos. Y los seguiremos padeciendo mientras tengamos amigos que los contraten. Podría continuar haciendo catársis pero acá me planto. Me puse demasiado intolerante y no era mi intención. No me reconozco. Al fin de cuentas la animación de fiestas es un laburo y como tal merece respeto. Requiere oficio y dedicación. Es más, diría que es un arte. Sí señor, un verdadero arte. El arte de romperle las pelotas a los demás.

sábado, 31 de octubre de 2009

Todo a negro

Pequeñas delicias del soul y del jazz...

 
UNA DIVA

Maysa Leak se ha convertido en estos últimos tiempos en una de mis cantantes preferidas. Nació en 1966 en Baltimore, EE.UU. y saltó a la fama por su participación en la excelente banda británica de funk y soul Incognito. Allí grabó dos discos: Tribes Vibes And Scribes (1992) y Positivity (1993). Luego de esta experiencia se largó como solista, continuando con la línea del soul, el smooth jazz y el rhythm & blues.  En 1995 salió Maysa y en 1996 volvió a colaborar con Incognito en el álbum Beneath The Surface. Su segundo álbum de estudio, All My Life, llegó en 2000 producido por Jean-Paul Maunick, el líder de su antiguo grupo. A partir de entonces repartió su trabajo entre sus colaboraciones con la banda británica y sus álbumes en solitario: Out Of The Blue (2002), Smooth Sailing (2004) y Sweet Classic Soul (2006). En 2007 llegó Feel The Fire y en 2008 Metamorphosis.




Mirrors - Del álbum All My Life.




Playing Your Game, Baby - Del álbum Sweet Classic Soul.


DEDOS DE ORO


Ronny Jordan es un monstruo de la guitarra al que vengo siguiendo desde que debutó con el monumental The Antidote (1992), una de las joyitas del género acid jazz. Este londinense nacido en el año 1962, reconoce como a sus principales influencias a los genios Wes Montgomery y George Benson, y ya se nota desde su primer álbum. De allí resultan imperdibles los cortes After Hours y su versión del So What, de Miles Davis. No obstante, con el tiempo Jordan ha ido ampliando su espectro musical incursionando también en los terrenos del funk, el soul y el rhythm & blues. Hasta el momento lleva editados 7 discos: el mencionado The Antidote, The Quiet Revolution (1993), Light To Dark (1996), A Brighter Day (2000), Off The Record (2001), At Last (2003) y After 8 (2004). Todos ellos en el mismo estilo elegante, exquisito y sensual.




So What - Del álbum The Antidote.




In Full Swing - Del álbum The Quiet Revolution.

lunes, 5 de octubre de 2009

Insufribles de la Caja Boba (y afines)




Uno de los primeros posts de Digital Ayatollah fue el de los Insufribles, personajes que, por actitudes o costumbres, encarajinan determinados momentos de nuestra vida cotidiana. Desde aquel entonces, pensé en elaborar otra lista similar pero con figuras y situaciones de la TV. Aquí se las dejo y, como dije en aquella oportunidad, acepto colaboraciones.


Las telenovelas que repiten las mismas fórmulas: falsos embarazos, hijos ocultos, malos que pueden hacer de todo, falsas enfermedades, encuentros “casuales”, besos que son vistos por la persona incorrecta, confesiones secretas que se escuchan hasta en la Luna, etc, etc, etc...


Las cámaras ocultas donde la víctima (generalmente una modelito o vedetonga) finge no saber nada a pesar de haber caído ya varias veces... ¡¡y con los mismos tipos!!

Las guarangadas, gritos de tribuna y chistes fáciles que se escuchan en off en el programa de Marce cuando aparece un culo o un par de tetas.

Las sistemáticas interrupciones autorreferenciales de la Señora: que cuando estuvo en Cuba, que cuando estuvo en Paris, que cuando filmó con no sé quien, que cuando ganó la Pindonga de Oro, etc.

Las cagadas a pedos en cámara del Inventor de la Televisión.

Los periodistas de chimentos que en un segundo hacen mierda a un excelente actor o músico solo porque no les dio una nota.

Los “debates” a rostros serios sobre cuestiones tales como la pelea entre dos gatos de cuarta o la separación de algún “4 de copas”.

Los que usan la frase “la gente me para por la calle...” para hacer creer que son populares.

Los noteros que no paran hasta saber si el entrevistado está de novio, si se va a casar, si está esperando un hijo o si se va a separar. En los 4 casos la insistencia durará mientras el tipo lo desmienta (precisamente esa incomodidad es lo que atrae de la nota y envalentona al notero); una contestación del estilo “está bien, pongámosle que estuviera de novio con fulanita... ¿y?” desarticularía la intención del reportaje.


Los movileros/metepúa que pinchan hasta el cansancio para que el entrevistado se pelee con un colega.

Los noteros que abusan de la “pregunta/afirmación”. Situación 1, micrófono a un actor en la puerta de un teatro: “contento porque estrenás una obra y además estás terminando de filmar una peli...” (es para contestarle “ya que sabés tanto para qué preguntás”, ¿no?). Situación 2, micrófono a un futbolista apenas termina el partido: “partido complicado, hoy; Sporting Garompa les planteó un esquema súper defensivo y les cerró el arco...”.

Las notas “de color” en la Terminal de Ómnibus de Retiro cada cambio veraniego de quincena o en vísperas de Semana Santa (“¿A dónde van?”, “¿De dónde vienen?”, “¿Cuántos días se quedan?”, “¿Van con mucho equipaje?”, “¿Llevan a la abuela?”, etc).

Las notas en la calle cada vez que sube o baja la temperatura.

Las notas en las escuelas cada vez que empiezan las clases.

Las notas en las librerías y en los negocios de guardapolvos antes de que empiecen las clases.

Los noticieros que ante cada catástrofe en el mundo (terremoto, caída de avión) averiguan si hubo alguna víctima o sobreviviente argentino (como si aportara algo a la cosa o le diera categoría al desastre).

Los comentarios babosos de los conductores de noticieros y el reto celoso de sus compañeras al regresar de una nota sobre alguna mina que está buena.

Las publicidades pre-Mundial de Fútbol en las que se exacerba un nacionalismo triunfalista que apesta.

Las ya clásicas publicidades veraniegas en las que una multitud de vagos sub-30 se amontonan en dancing playero al ritmo del tema pegadizo de moda (generalmente son de cerveza o de alguna bebida fashion).

Las tapas de algunas revistas de actualidad con las mismas de siempre y los mismos títulos: “estoy en mi mejor momento”, “los 40 me encuentran plena”, “volví a creer en el amor”, "me calientan los amigos de mi hija", etc, etc, etc...

Las vedetongas que se las arreglan para ser noticia con cualquier huevada: que le tocaron el culo en el colectivo, que le rayaron el auto en un estacionamiento, que se le quemó el pollo en el horno, que se intoxicó con un chupetín...

Las que se sacan primeros planos de tetas, intestinos y vejiga y luego explican sonrojadas y haciéndose las tontitas “ay!, fueron fotos muy cuidadas...”.

Los que llevan dos semanas y tres días en la televisión y ya hablan de “mi carrera”.

Las que se la pasan llorando y tirando mierda por todos los programas de chimentos luego de ser eliminadas de lo de Tinelli.

El forzado clima festivo de algunos programas de juegos y entretenimientos (años atrás los participantes eran gente común y tranquila; hoy parecería que hacen castings para elegir a los más cancheros o a los más payasos).